Viento dile a la lluvia
que en la tierra hay llanto,
que el barro está sediento
y los niños no juegan.
Que el pan es un suspiro
y la guerra, un espanto
que apaga las estrellas
en los ojos que esperan.
Dile que en los campos
las balas florecieron,
que el canto de las aves
se ahoga en el estruendo.
Que el alma de los hombres
va rota y sin consuelo,
y la luna se esconde
por no ver tanto duelo.
Viento dile a la lluvia
que no traiga tormentas,
que venga con caricias,
que moje nuestra pena.
Que lave los tejados
dónde mora el silencio
y despierte en los surcos
semilla de consuelo.
Dile que no olvidamos
La voz del Altísimo,
que aún oramos en medio
del lodo y del abismo.
Que hay manos levantadas
clamando hacia el cielo,
esperando en la bruma
un milagro pequeño.
Viento, dile a la lluvia
que Dios aún nos escucha,
que su luz es un faro
en la noche más dura.
Y aunque tiemble la tierra
y el hambre nos desnude
su promesa nos cubre
cómo un manto de luna.
Viento dile a la lluvia...
Autor
Antonio Carlos Izaguerri