Una ciudad vacía, un desierto,
la cima de un volcán, sin tu fuego,
tus ojos negros, danzan, al amanecer.
Sola rodeada de mucha gente,
ropa apretada un tanto indecente,
cliente tras cliente, niña, te han visto crecer.
Devuélveme mis besos robados,
en el callejón sin luz de tu barrio,
que en un bolsillo de tu corazón me dejé.
Noche tras noche, te sigo viviendo,
vienen a mi tenue los recuerdos,
con la chupa negra y tu falda brillante de piel.
Hoy te encontré a pesar de los años,
reconocí tus ojos danzando,
no fue un amor sincero, pero estuvo bien.
Te acompañé de nuevo a tu barrio,
y en el callejón sin luces de antaño,
me abriste tu bolsillo y él me encontré,
una carta, un dedal, una copa,
una entrada del Funk medio rota,
y un par de besos robados que yo te robé.
Ahora los guardo dentro de mi cuarto,
en una caja blanca, de zapatos,
bajo mi cama, deseando que quieras volver.
Diosa del as, si te quitas la ropa,
súper star, del amor que se compra,
quédate mi dinero al amanecer,
Quédate los besos de mi boca,
quédate los versos de mis notas,
quédatelo ahora todo, pero, quédate.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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