Ente las luces nocturnas
de las lúcidas luciérnagas,
la magia esconde los trucos
que hacen fieles prisioneras,
a las despistadas mentes
y entre pasado y presente,
transcurre la vida entera
entre dolor y placeres.
Grumos de sabias conquistas,
van quedando en el camino
y se impregnan las ideas,
de la esencia de sus triunfos.
Acariciando el destino,
vaga la vida sin rumbo,
olisqueando las metas
ocultas en el futuro.
Sembradas entre los huecos
que deja la desmemoria,
van germinando los años
con la marca de su impronta.
Caminos que no se hollaron,
montes que no se subieron
y promesas incumplidas,
entre verdades y celos.
El ave vuela hacia el sur,
donde su vida la lleva
y segura de su meta,
su pico el rumbo señala.
Aleteos acompasados,
como gira la saeta
y desafiando al viento,
orgullosa su cabeza.
El amor se va escurriendo,
como una gota viajera.
Entre temblores los órganos
se alinean con la cabeza
y en el cenit del aliento,
se entrega toda la esencia.
Los ojos enarbolando,
destellos en su ceguera.
Solas quedan las palabras,
entre sus mágicas letras
y la voz entrecorta,
hace de su son piruetas.
El labio apenas se mueve,
pero el sonido se altera.
La savia corre en los labios,
para engrasar a la idea.
La luna se retiró,
dando paso a la contienda
y las cigarras cantaron,
en su calidez de siesta.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario