domingo, 24 de mayo de 2020

HERMOSA MUJER.


A la mujer con quien quisiera estar emparejado. Espero encontrarte algún día.
               

Linda mujer de cabellos de seda,
de mirada tierna y serena,
de dulzura en tu boca de agua
y esencia del mundo que me habita

Bésame, aunque sólo sea una vez,
haz valer, bella y dulce mujer,
tu grandeza, ventaja y poder
en ese tu reino omnipresente.

Hermosa mujer: mirada de seda
y negras pestañas negras
aires de diosa y sonrisa abierta,
esencia que fecunda lo que tocas.

Detén tus manos en mis azaleas,
cuida con mimo sus frágiles hojas
que son mi corazón que suspira,
sueña y te añora a todas horas.

¿Acaso, diosa del mar, no será mejor
cantar al amor, al inmenso amor
que configura mi corazón
y de ti toma la forma y la razón?

¿acaso, un solitario cual perdido,
moribundo y sin rumbo, sin consuelo
más que ese canto a tus encantos,
no fuera su cantar azalea del camino?

Veredas que conducen a un destino,
tu boca de agua y cuerpo infinito.
Y mientras te sueño, te canto,
nunca al dolor, si no a tus encantos

Que no ha de haber suerte mejor
para el caminante que, por amor,
sigue al destino: tus ojos profundos
de miradas azules como el mar tuyo.

Alabados los que nunca van a morir
de amor, que, si el dolor es sufrir
y vivir enamorado, es ver y sonreír
que mejor sentir que en ti revivir.

Mejor será como si fuera un suspirar
el buscar en ese tu enamorado mirar
la brisa que al soñar le hace añorar
y a la vez sacar el mal de la soledad.

¿Por qué ha de llorar lágrimas de sal
un poema cuando tú haces brotar
como de la nada las bellas azaleas
que necesitan de tus aguas bendita?

El, quería exclusividad, Ella, libertad.
El, poseer hasta su forma de pensar.
Ella, depender solo del verbo amar
y, ahí, en toda su conjugación, soñar.

Qué, si no es la libertad más que amar
¿Acaso luchar por ella, no es caminar
hacia un mundo mejor, querer lograr
esa igualdad que nos lleve a la felicidad?

Receta, dieta para un corazón hambriento:
Brisa que acompase el fuego de la pasión.
Caricias como compañera de la admiración.
Y, por todo condimento, besos de confesión.

Confesar en cada uno de ellos y a la vez,
dar todo por amor y por amor, el ser
como el agua cristalina en tu ser, mujer.
Es mucho pedir, aunque sea solo una vez.

Si haces valer en mi todo tu inmenso poder
y fuera que tu gracia en mi boca derrames
y con un beso húmedo y apasionado a la vez
me lleves por lo profundo del mar de tu ser.

¿Acaso eso pudiera ser y dejaras entrever
como arco iris cercano y en el horizonte
que la luz nace en tu cuerpo de mil colores
y me alumbras los bosques de mis noches?

Donde me pierdo y deambulo como un ciego
sin esa guía que le salve, sin esas manos
que con dulzura lo lleve por los senderos
hacia tu boca de agua y cuerpo infinito.

Por todo ello, hermosa mujer, te ruega
que detengas tus miradas de seda,
por entre tus negras pestañas negras,
este camínate insaciable que te añora

Que detengas tus manos en mis azaleas,
que cuides con mimo sus frágiles hojas
porque ellas son mi corazón que suspira,
suspira, sueña y te añora a todas horas.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

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