Me encantan los ríos, se retuercen,
se esconden, aparecen entre peñascos
y hierbajos, bajan revoltosos, luego se calman
sus aguas son cristalinas y cantarinas.
Imposible quedar sin emoción ante la
naturaleza
hecha poesía, pues ves el laurel modesto,
pero es corona de todos los tiempos.
Luego la sencilla y roja amapola entre el
trigo,
a veces muy sola, y las margaritas, violetas,
sencillas, discretas, pero bonitas.
Escuchar al amanecer los pájaros cantando,
esperando contemplar el atardecer rojo
encendido,
evocando aquellas tardes abrazada a tu cuerpo,
viendo el rojo astro que se va quedando
dormido.
Me encantan los ríos, las flores, los pájaros,
y el ocaso de rojo vestido, pero no me gusta
la soledad
esa que deja la noche con su silencio,
llenando todo el aposento.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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