Cuando en aquel momento mi corazón ya no
sentía esos fuertes latidos, cuando estaba perdido, ausente y sin sentido,
llegaste tú, con tus ojos de hechizo.
Tan natural como ninguna, pero tan llena de
vida para alegrar mis días sin pedir nada a cambio y tan llena de brillo para
iluminar mis caminos nublados.
Te convertiste para mí en lo más anhelado, un
amor sin fin y un comienzo de muchos te amo, es que me enamore tan perdido
siendo tú, brújula en mi horizonte y el tesoro, mi tesoro preciado.
Me enamore del brillo de tus ojos, me enamore
de las hermosas curvas de tu sonrisa, me enamore tan perdido que ahora, no
quiero encontrar la salida.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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