sábado, 30 de mayo de 2020

SURGE, BROTA Y SE DESLIZA.


Hacia los brazos rodó,
el recuerdo que subyuga,
una canción que respira,
una lágrima que gira,
brotando del corazón.
Abrazadas junto al pecho,
las reliquias que venían,
junto a alguno que otro error.

Brotó dentro la semilla,
que en el tiempo germinó
y son sus frutos la dicha,
que embriagan el corazón.
Silenciosamente entró,
como siempre, con sigilo
y fue tan tierna su voz,
que hasta se calló el latido.

Surgió en el sueño,
como sutil letanía,
hecha de noche y de día,
forjada de Sol a Sol.
Un profundo resplandor,
intransigente y con prisa,
el eco de aquel amor,
que el corazón invadía.

En las manos se acunó,
como acaricia la brisa,
resbalando entre los dedos,
el halo que desprendía.
Sintió el lazo que ceñía,
en las manos el calor,
del vibrante corazón,
que en el pecho iba y venía.

Se deslizó la ilusión,
entre fragancias dormidas,
alas de la fantasía,
que aletean con ardor.
Pasó de largo la vida,
rozando las alegrías,
restañando la heridas,
que va dejando el dolor.

Entre sueños, a escondidas,
se va acercando el amor,
como una noria que gira,
al punto donde partió.
Vertiginoso y suicida,
va atrapando vida a vida,
los sueños que pergeñó.

Sentir en la faz la brisa.
Oler la flor que germina,
la belleza que cautiva
y en los labios el sabor,
del néctar que purifica.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

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