Sé que duermes en tu regazo, sin vacilación,
contemplando a Morfeo en sana calma,
yo aquí, pensándote continuamente,
sigues tan presente, perpetuamente.
No puedo descansar mi cuerpo y mi alma,
soñar contigo, es mi única intención.
Sé que es tarde, pero quisiera llamarte,
mis oídos ansían escucharte la voz,
pero dejo que el tiempo transcurra,
la noche es joven, y aunque eso no ocurra;
de tus ilusiones seré el portavoz,
y hasta en tus sueños voy a amarte.
No miro el reloj, solo me dedico a pensarte,
me pregunto, si estás descansando,
o por el contrario, piensas en mí también,
no puedo saber, si todo allá está bien;
solo insinuó que me estas recordando,
cuanto no diera por ir a abrazarte.
Llega la medianoche, y su frío contraste,
mi cama es un cúmulo de sensaciones,
el insomnio se manifiesta sin razón,
imaginándote se me acelera el corazón.
Espero el amanecer, lleno de emociones,
y caer rendido, como cuando me besaste.
Suele pasarme esto, noche tras noche,
desde el momento que me enamoraste,
todo es alegría, pasión y derroche,
sin lugar a dudas tú me conquistaste.
"Dulces sueños, amada mía".
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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