Ayer llegaste de ese mundo
Y al verte cercana,
De nuevo se abrieron en mis brazos.
Despejaste los caminos que habían clausurado
Esos que estaban infectados de espinos plateados …
Y encharcados por el dolor de los años andados …
Con los ojos inertes vi cómo se llenaba el vacío,
Ese vacío que hace años estaba desteñido.
Ven, volamos juntos hasta las montañas,
Déjame posar mi pecho sobre tu espalda.
Permanecer a tu lado siempre he querido,
No importa el lugar, espacio ni tiempo
Con tal de formar una nueva historia,
Hasta el mismo infierno se me haría gloria.
Dejemos que todo el mundo se quede ciego,
Que nuestros sentimientos no les brinden destellos,
Que la avaricia de nuestro amor resalte primero
Y sea exclusivamente para los dos el cielo.
No te necesito para un rato ni para una hora,
Una dicha duradera es lo que mi alma implora.
Hoy, solamente te diré que te amo,
Te amaré en lo profundo de mis madrugadas,
Te amaré hasta que el núcleo de la tierra se apague,
Te amaré porque eres lo mejor de este irremediable mundo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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