Con un escote generoso
Y una falda muy mezquina,
Con la espalda descubierta
Y el abdomen destapado,
Ella se para en una esquina
Ofreciéndome el pecado
Si le pago una propina.
“Si me das buenos euros
Lo que quieras te hago”,
Me dice al pasar por
su lado:
“Vas a quedar encantado”.
Frente a la corrompida propuesta,
Mi moral se atormenta,
Pero mis ansias contentas
Están que se acuestan
Con la tentadora,
Que de su cuerpo hace venta.
Una mano se alerta çy viaja preocupada
Asegurarse si la
cartera
No está desocupada.
En ella encuentra
Lo que necesitaba:
Hay dos de cincuenta,
De sobras lo necesario
Para pagar la cuenta.
Se sube a mi coche,
Pongo mi mano en su pierna
Y pienso en el derroche.
Qué le haré a su entrepierna.
Llegamos a un recinto lascivo,
Y el pajarito se escapará de su nido
Para cantar libre y fugitivo
Cuando sea desprendido
De la bragueta que lo mantiene escondido.
Fuera gabán,
Desabrocha el cinturón,
Al parecer tiene afán
De quitarme el pantalón.
Yo voy en su blusa
Botón por botón,
Y no tardo en notar que no usa
Ninguna prenda interior.
Cuando estuvo desnuda,
Recorrí su curvatura.
Por la carretera de su cuerpo,
Transité su figura.
Nos entrelazamos
Y, en sentidos opuestos,
Empezamos a movernos
Sin gobierno, sin ser tiernos,
Como transitando al infierno.
Lo pasé genial
Pero al final
Su sentencia fue fatal:
“En u genital, me dijo,
Tendrás la marca vital
De que tu afán fue fatal
Que no te importó preguntar
Si yo tenía alguna enfermedad mortal”.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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