Cómo quieres que llegue a mí la calma
Si con esos desaires y desdenes 
Le haces llegar tantas penas al alma 
Y en constante agonía me mantienes. 
Que feliz podré ser en este mundo 
Si no goza de la miel de tus besos, 
Si en desconsuelos para siempre me hundo 
Y tu orgullo glacial cala mis huesos. 
No habrá nunca salud para mi herida 
Ni fármaco que alivie mis congojas 
Mientras seas tan fría y desabrigada, 
Seré árbol infértil, seco y sin hojas, 
Y si llega así a su final la vida, 
Y en lo mundano no alcanzo consuelo 
Cuando a los dos nos llegue la partida, 
Espero ansioso gozarte en el cielo. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
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