Oh Reina de mi castillo derrumbado,
Cómo me hacen dibujarte las penumbras;
Cuando nos fuimos por las noches de tu vientre,
Donde latían todas las estrellas juntas,
Cuando en las olas de tu carne
Yo apretaba mi angustia,
Dulces muslos de princesa alrededor de mis sienes,
De mi sed, de mi hambre tuya;
Era la guerra de la lengua con los ríos,
Mil sílabas de locura súbita,
Ahondando en tu bosque femenino
Hasta el hondo de todas tus locuras,
En el agua de tu vientre fui perdido,
En el íntimo mundo de las musas,
Ahogando el viento de mi hambre
En tus frescas caderas de luna,
Con un grito de lágrimas te rendías,
Parecía que tú aceptabas la culpa,
De ser un pan en tiempos de hambre,
Para un deseo que pecaba de guía.
El orgasmo de la noche con nosotros
Alejaba ya sus últimas sombras,
El alba regresaba a sus cuarteles
Y nosotros a las tibias palabras de ternura.
Oh, abogada de mis ganas inocentes,
Cómo me hacen dibujarte las penumbras.
En los tristes ojos de la noche
Arden las estrellas de mi súplica,
Mi silencio arrepentido y deshecho,
Inclinado en las manos de la lluvia.
Oh, sirena de mis mares escarlata,
Las antiguas horas de tus besos hoy me buscan.
Ya no fui dueño de mi alma … ya no lo fui nunca.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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