jueves, 22 de diciembre de 2016

UNA LUZ CEGADORA.

¿Existe? … si es así, la deseo, la quiero aquí y ahora,
Que con fuerza irascible ilumine mis ojos,
Y te quite de ellos, que te arranque en un soplo
Sin siquiera enterarme que has estado grabada,
Imborrable y perpetua,
Casi no permitido que otra luz se abra paso,
Que borre toda huella que de tu ser provenga,
Tu sonrisa, tus ojos, tu mirada serena, inquietante …
Tu andar … tu pelo …
Más ¿qué hago con tu alma soñadora y tu ser,
A la vez previsible y a veces inquietante?
 ¿Qué hago con mis sueños cuando tú apareces?
¿Qué hago con mis horas en las que te imagino?
Tan cercana en instantes, tan valiente, tan frágil,
Tan sencilla y compleja, y a la vez tan distante …
No ha de encontrar mi cuerpo ni mi alma, paz o tregua,
Salvo acaso hasta entonces, hasta esa triste hora
Cuando mi luz se apague, y la tuya perenne
Me busque y no me encuentre.
Ojalá llegue pronto y al fin pueda no verte.



Autor 
Antonio Carlos Izaguerri. 

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