La tarde lenta se aleja
Se revuelve y se pierde 
Naufragando en la noche. 
La nívea luna se asoma 
De blancos velos vestida, 
Mientras frágiles almas deambulan 
En las sombras perdidas. 
Se esconden y juegan 
A lo lejos como sombras sin rumbo. 
Guardan los llantos 
De tantos desdichados adioses, 
Que ya secos y vencidos 
Descansan en las garras atroces 
Del sepulcral e inerme olvido. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario