En el reencuentro unas velas, 
En la mesa un cincel. 
En silencio las esperas. 
Esculpí los poros de su piel. 
Tendida en la cama mullida, 
Alicatado el pelo 
Ríe a carcajadas de la vida, 
Esperándome con anhelo. 
¡Estoy harta! me susurró, 
De amores de cenicero. 
Si buscaba en este burro, 
Un amor simple y sincero. 
Yo le dije, me aterra la soledad, 
Me agarró fuerte sin dejarme de soltar, 
En ese momento comprendí la realidad. 
Que amores esperados no se deben comprar. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
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