Te dispusiste a dormir una brevedad
y cerraste los ojos
y pasaron mil años en una noche
hasta que los volviste abrir
me mantuve en vela cuidando tu reposo
y te sumergiste en un viaje
repleto de aves que se posaron en tus hombros
entonándote melodías que sonaron a mí
sobrevolaste campos de pétalos y hojas
que cautivaron a tus pupilas
entregándote colores y aromas que recrearon mi presencia
navegaste océanos repletos de rumores
que irrumpieron en tus pensamientos
saturándote de ecos que simularon mi silencio
despertaste de pronto
y tu corazón agitado buscó mis manos
-extrañaste la nube de mi tacto-
te hizo falta la lluvia de mis dedos que a tu cuerpo moja
-la calidez líquida que te quita la ropa-
no encontraste potencia alguna
que te transportara a la calma del ojo del huracán
y volviste a mí
y desesperadamente el torrente de tus venas
me llamó Amor
la noche de tu viaje resultó insoportable
y preferiste el arribo de la mañana
en la proximidad de nuestros misterios
ahora se esfuman las sombras
detrás del horizonte
y la luz de mi locura se apodera de tus labios de poesía
para disfrutar del beso con sabor a libertad
-emprendiendo el viaje a la eternidad-
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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