Cuando digo te quiero
es sublime verdad.
Cuando digo me muero
es por tu frialdad.
No me prives mi niña
de beberme tu aliento
y así no me ciña
amarre de tormento.
Si pudieras sentir
el temor en mi pecho,
de que puedas huir
y me dejes maltrecho.
Ven entrégate entera
escucha mi cantar
y no pienses siquiera
que te pueda olvidar.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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