jueves, 10 de agosto de 2017

TERMINISCENCIA

¿Qué pudo pasar aquel endeble día?
donde tu cuerpo lozano se erigía cual bella colina;
la noche nos ocultaba entre sábanas florecidas,
y el abrigo perpetuo de tus brazos circundantes.

Déjame llevarte con deleite en mi poesía;
recordarte en mis sueños cada día,
¿Por qué extraviarte si aún te siento mía?
Tu suave voz se encamina en mis oídos,
tu suspirar sosegado lo transpiro en mi alma.

Relájate, híncate en mi piel adormecida,
seré tu fuente, calma tu fragor cual llama divina.
Pero, quédate aquí junto a mi lecho,
no te cohíbas, aproxímate; por favor, regresa.
…Son tus pasos sórdidos que se distancian,
tu mirada se esfuma como el viento,
te apresuras límpida como agua cristalina.

Te evoco en mi piel por tu fragancia pretenciosa;
son tus besos esparcidos como rosas dormidas.
Tu melodiosa cintura incrustada en mi cuerpo:
Ondulante, flácida, curvilínea, meneante.
Oh, musa, del cielo caída cual bella rosa,
tu aroma está aquí circundante en mi regazo.

El tiempo se detiene, encaminémonos juntos en la hoguera

las almas se conmueven, y unas lágrimas silentes cobran vida.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

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