Quedó tu figura esculpida en azabache,
Y hasta las rosas rojas extrañan tu dulce aroma,
Aún el jazmín natural de tus labios me enloquece,
Aún puedo vislumbrar tu lindo rostro en cada aurora.
Las avenidas de tu ciudad erótica,
Me dan la bienvenida a cualquier hora,
La luz de tu mirada aún despótica,
Me sigue pareciendo encantadora.
A pesar de todo, aún queda tu figura,
Las luces del alba todavía proyectan tu mirar,
La luna por las noches se vuelve tu escultura,
Y el sol todos los días derrama lágrimas al mar.
No quisiera verte, pero aún queda tu figura,
Tu figura con el vestido de escarcha al amanecer,
Hoy nuevamente a solas celebraré tu sepultura,
Pues tus recuerdos amargos no son dignos de permanecer.
A pesar de todo, aún queda tu figura,
Y sin darme cuenta le llamo por tu nombre,
Celoso del aire que acaricia tu pelo con sus manos frías,
y siendo mártir de tu buena causa me siento hombre.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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