Con esa mirada tuya, todas las mañanas fueron
primaveras,
con esa sonrisa tuya,  todos los días fueron de alegría,
con esos labios tuyos, todos los besos fueron
a muerte…
y  es
que a muerte fue nuestro amor,  a vida o
muerte
nos jugamos cada caricia que en nuestra piel
ardía,
a vida o muerte nos entregamos, perdiéndonos
en un abismo profundo que;  tal vez fue amor,
tal vez fue pecado, tal vez fue solo un sueño,
pero entregamos nuestra propia vida,
 a cada
segundo que al ocaso sobrevivimos,
 a cada
crepúsculo que iba marchitando esto
que entre tú y yo vivió y murió,
y como sacrificio viviente incendiamos todo a
nuestro alrededor,
no dejamos nada al olvido, no guardamos nada
al recuerdo,
no quedó nada al lamento, ni al
arrepentimiento,
Y es que a muerte fue nuestro amor, ¡a vida o
muerte!
nos jugamos todo;  ¡hasta el alma! y en ese juego de suerte
consumimos cada uno hasta el Ser,
 ya no
quedó nada para después,
ya no hay ni habrá un nosotros…
porque a vida o  muerte fue nuestro amor. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri. 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario