En ese octubre soleado y olvidado
Iniciamos un juego casi inesperado.
Quizás fue casual o predestinado
Aceptar el riego de encontrarnos.
Divertidos como adolescentes iniciados
Queriendo sentir lo que creímos olvidado.
Las charlas y risas, y esas miradas bastaron
Para sentirnos de los miedos despojados.
Nos dimos tiempos por temor a enredarnos
Era adrenalina, deseo y pasión; no pensamos.
Solo imaginar nuestros cuerpos apretados
Entre besos y caricias, sólo quisimos
dejarnos.
Me desprendió de todo, de mi ropa y mi ser,
entre sus brazos me senti segura y bien.
Sus besos fueron veneno con sabor a miel,
Y en el calor de su cuerpo me fundí con él.
Fue un accidente afortunado conocerlo,
Se convirtio en mi oscuro secreto.
Tenerlo es anhelar un presente incierto
Donde me fundo con piel en ardiente deseo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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