¿Qué puedo decir, no digo nada?
¿Mi silencio elocuente perturba tu oído?
¿Qué puede expresar la boca cerrada?
¿Continuo, o me doy por vencido?
La angustia diaria de mirarte
pareciese infinita e interminable
como el anhelo de poder amarte
en este mundo inasible y friable
Cayendo ante la noche como una sombra
desato mis cadenas oxidadas
en silencio sepulcral mi voz te nombra
entre días y noches sepultadas
No necesito ninguna excusa
para decir te amo, para decir te quiero
lo veo escrito en la niebla difusa
Tu eres mi tarde, porque en ti muero.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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