Duermen en el jardín de la añoranza
las flores que corté en mi primavera
y en mi invierno tan falto de quimeras
extraño su fragancia.
Esas flores tan solo hoy son fantasmas
arrastrando cadenas de romances.
Marchitas, no fueron los azahares
que enlazan a dos almas.
Mi juventud perdida en lontananza
ha pasado el umbral de los recuerdos
y ahí en donde reposan nuestros sueños
se acaba mi esperanza.
Pues mi vida ha quedado desgarrada
por los años que pasan inclementes
secando cada gota de mi fuente
dejándola agrietada.
Tantas flores corté en mi mocedad
que si no es por ellas ya habría muerto
pues aunque esté al final hoy de mi invierno…
me ayudan a soñar.
Autor
AntonioCarlos Izaguerri
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