Crecerme en tus ojos, amor,
en el oleaje sereno de tu palabra
que asiste con armonía
al rumor de abecedarios por descubrir.
Sentir el silencio
desde el horizonte de la noche
encontrar la oportunidad
del alivio de las olas azules
refrescando tu vitalidad
y la vocecíta de tu primavera
llegadora hasta mí 
con el aliento suave
de tus palabras algodón.
Tu duermes ahora 
sobre la piel de mi pecho.
Tengo en mis manos 
la luz de cien estrellas guardada
para cuando despiertes
te acaricie
desde las pestañas a la planta de los dedos.
Azulean tus labios 
al sentir las cosquillas del recorrido.
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
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