Amo cada parte de ella,
Su espalda,
Sus ojos, su risa,
Amé sus llantos,
No por mí sino por sus revoluciones internas.
Tenían ese sabor dulce salado,
Una mezcla entre impotencia,
y fuerzas surgiendo para hacerle frente a la
vida,
Y en cada noche,
Ame, amaba y amo,
Cada parte de ella,
Todos mis verbos convergían en sus labios;
En sus piernas,
Tocaba las notas que nos hacían uno,
Como esa guitarra que trova por sí sola,
En las noches de luna.
Y se fue,
Dejando este vacío,
Un vacío que no solo era ella,
Sino que era su ansiedad,
Su amor loco por lo orgánico,
Su manía de cambiarme el azúcar por la miel,
Y ahora que deje el azúcar,
Me hace falta su miel,
Sus besos,
Su sombra,
Me hace falta,
Su sudor mezclándose con mi piel.
Sus gritos sollazando en mi alma.
Y ahora que la amó,
Me queda aullarle a la luna,
A nuestra luna.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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