Ven, une tu espíritu al mío en un beso no
santo.
Entrelaza tus dedos con los míos en un rose
profundo
que al amor delata.
Hagamos un pacto de sangre mordiendo los
labios
en un dulce canto.
Afuera en la noche rompiendo el silencio rugen
las negras campanas,
se agolpan murciélagos blancos sobre las ventanas.
Pero tú amiga ajena, no sientas el miedo, el
miedo de amarme,
que crujan los dientes, esta noche es mía y no
he de dejarte.
Las palomas blancas de alas temblorosas me
verán besarte,
Y después de amarme nunca más a otro podrás
amarrarte.
Que será un pecado gritarán las sombras
quebrando gargantas,
aullando los lobos hambrientos me verán
cazarte.
Ya está sobre el fuego candente mi sello de
hierro,
el alma y el cuerpo sin piedad alguna deberé
marcarte,
y serás tan mía como nunca antes has sido de
nadie.
Llevarás mi nombre para siempre escrito a rojo
en la sangre,
y te irás conmigo por caminos blancos dejando
las cosas
que hasta ayer amaste.
Porque no se vuelve a ese ayer sin alma,
y tú ya no tienes más que lo que es mío,
eso que me diste cuando me besaste…
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
Es bello, bello poema de almas lejanas
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