martes, 18 de febrero de 2020

REENCARNACIÓN.

Llevo tan honda pena en el corazón
que hasta el aire que respiro me gangrena,
quién me dijo, no recuerdo la ocasión,
que el ahogo de la pena es su condena?

Llevo piedras en el fondo del bolsillo
y no alcanzo a liberarme de su peso,
quién me dijo susurrándome al oído
que no hay carga más pesada que el regreso?

Llevo la congoja como compañera
y el cansancio en mis pasos de peregrino,
quién escuchará mi lamento en reclamo
cuando sienta que mi tiempo fue vencido?
               
Llevo prisa en consumar mis pasiones,
pasiones de alma viva y no cumplidas,
quién escapó de mí y de mis amores
dejándome estas velas encendidas?

Llevo la tristeza asida en la mirada
y fatigosos mis párpados se cierran,
quién me abandonó buscando en las mañanas
la esperanza en una luz que a veces ciega?

Llevo enganchados temblores en mis manos
ya agotadas de caricias nunca dadas,
son temblores, me lo comentó un anciano,
como fuerzas retenidas sin espada.

Llevo el cansancio cogido entre mis piernas
soportando los caminos sin destino,
quién me dijo alguna vez que cuando esperas
es el tiempo aquel que pasa con sigilo?

Llevo la pesadumbre en mis palabras,
palabras hoy pintadas de añoranza,
quién me habló y me sugirió que esperara
pensando que el ayer será el mañana?

Llevo en sueños el deseo de alcanzarte,
Oh! Vida de reencarnación hermosa,
eres tú quien te aproximas cada tarde
y me susurras aunque yo ya no te oiga.


Autor  
Antonio Carlos Izaguerri

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