El humano busca el agua,
como el río busca la mar,
como busca la verdad,
quien en la duda se encuentra.
Otea el halcón la tierra
para alimentar su prole.
Busca el sentimiento el roce,
el corazón quien amar,
con la suficiente fuerza.
Templa el tiempo la verdad,
que en las fisuras se cuela,
de la recia realidad.
Sigue el viento al vendaval
y al vendaval la tragedia,
En las manos la señal,
en los ojos la verdad,
en la oscuridad la ciencia.
Gira y gira el carrusel,
como el remolino engulle,
a lo que se acerca a él.
Un tornillo sin fin,
gira la vida sin fecha.
Torna y retorna el placer,
de apreciar lo que se toca,
pero más hermoso es,
amar lo que no se roza.
Senderos por recorrer,
con la mente y con los huesos,
impronta en cada pisada
y coraje en cada huella.
Sentir en el corazón,
cada vida que se aleja
y amar a quien esté cerca,
aliviando su dolor.
Busca el humano el cariño
y busca el aire el gorrión.
Busca el error el perdón,
para así rectificarlo.
Busca el necio la traición,
para aumentar su salario
y el recto la solución,
para poder soportarlo.
Huracanados momentos,
en donde nace el valor.
En turbulentos caminos,
el amor va haciendo hueco.
Solo permanece el tiempo,
eterno en su condición
y se aproxima el dolor,
con su sigiloso esmero.
Amores que compartir,
como el aire y el sustento.
Enemigos que batir,
cuando cercenan lo bueno.
Unas dosis de ilusión,
para apaciguar anhelos
y una pasión que seguir,
para realizar los sueños.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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