Aprendí a odiar las fotografías, porque en
ninguna apareces conmigo.
Decidí ignorar las festividades, debido a la
inexistencia de celebración contigo.
Mi paladar sólo percibe la amargura de
cualquier sabor.
Aún no encuentro un placer suficiente para
aliviar el dolor.
Ir a un bosque y mirar flores es una tortura
porque en cada una de ellas estás tú.
Es algo insuperable o quizás solamente necesito
un suministro de anestesia.
El sufrimiento aparece especialmente al acercarse
la fecha en que naciste.
Desde entonces acudo a un ritual espiritual,
en agradecimiento por haberte conocido.
Supiste de mis deseos; permanecer por siempre
juntos.
Tenía una puesta de sol reservada, era ahí la ocasión
para jurar amor eterno.
Pasados los años, aún tus ojos me alimentan,
en verano es mejor.
Espero alguna vez recordarte como una historia
que me hizo sentir vivo.
Mis esperanzas se irán en un aerostático al
paraíso, sé que terminarán contigo.
Al encontrarnos, te abrazaré y seremos uno
solo.
Por lo pronto es suficiente con una nube
formando tu bello rostro.
Tus palabras no quedarán en el olvido, tu amor
permanece conmigo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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