martes, 31 de marzo de 2020

ME ENAMORÉ.

Cada vez que me miras, tiemblo,
Erizas mi piel, extasías mi alma
Tus ojos, tu sonrisa, mi eterna calma.
Todo en ti me gusta, nada te podría cambiar
Eres ambrosia del cual me llegue a enamorar.

Cuando te acercas mirándome así,
me da una sensación tan profunda,
que estremece mis instintos de hombre,
porque eres la mujer que tanto he esperado
y cuando te acercas inmutable
se me hace un martirio insoportable
la abstinencia de no tener tus besos y caricias.
Para mí esto es una tortura a mi alma.
Eres la mujer que deseo sea para mí,
porque me enamoré de ti.
Cuando en aquel momento mi corazón
ya no sentía esos fuertes latidos,
cuando estaba perdido, ausente y sin sentido,
llegaste tú, con tus ojos de hechizo.
Tan natural como ninguna,
pero tan llena de vida
para alegrar mis días
sin pedir nada a cambio,
tan llena de brillo para iluminar mis caminos nublados.
Te convertiste para mí en lo más anhelado,
un amor sin fin
y un comienzo de muchos te amo,
es que me enamoré tan perdido siendo tú,
brújula en mi horizonte y el tesoro,
mi tesoro apreciado.
Me enamoré del brillo de tus ojos,
me enamoré de las hermosas curvas de tu sonrisa,
me enamoré tan perdido que ahora,
no quiero encontrar la salida.

La brújula se pierde en el horizonte
si el amor es enfermizo; el tuyo queda
latente que es amor de enamorado.
Pero hay tantos amores que ya hechizados;
en la oscura infidelidad, han pecado.
Por ello es mejor ir con cuidado.
Hay tantos corazones desolados
que pierden el brillo de la alegría
y saborean el amargor de la malicia.
Deseo, espero y le ruego a la vida,
que tu amor sea sincero; que nunca
lleguen días nublados, y que no
olvides la alegría.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri  

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