martes, 7 de abril de 2020

AMOR Y PUREZA.


Caminamos el prado,
florido y lozano,
con el deseo arcano;
Su talle al mío abrazado.

El arroyo se ofertaba,
cristalino y fresco,
como el anhelo terco,
del beso que deseaba.

Sentía su aliento tibio.
Seductor y apetecido,
fragante como un lirio,
recién florecido.

La hierba se ofrendaba,
cuál tálamo agreste,
a lo que tanto ansiaba,
bajo el cielo celeste.

Y los labios callaban,
hablaban las almas,
las caricias quemaban;
Las pieles fueron flamas.

Como dos serpientes,
enredamos los cuerpos,
entre gemidos ardientes,
y ávidos movimientos.

Y el prado olió a celo,
a entrega y  pureza,
y bajo el límpido cielo,
amarla fue mi promesa.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri  

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