Soy un amor clandestino,
para tu hombre y la gente,
pero no para ti ni para mí
… E indefectiblemente,
Somos una vida y un destino.
Somos el frenesí censurado,
más no para ti ni para mí,
pues sólo nos hemos amado,
con este amor que no pediste.
… Ni yo pedí.
Más triste no te sientas,
por la censura sin sentido,
de esas negras conciencias,
que tenerte han pretendido.
Y es futilidad su hipocresía,
que con fingida indiferencia,
te codician y desean cada día,
sobre tu decoro y decencia.
Es innegable que eres casada,
pero no mujer concupiscente
y te uniste amando ciegamente
pero ya por él no eres amada.
¿Qué sabe pues la sociedad?
De la pureza de tu alma fiel,
y del desamor en tu intimidad,
que se fugó de tu piel y la de él.
Y no amas clandestinamente,
si no ante la luz de la decencia;
Nuestro amor verdaderamente,
es amor real
no concupiscencia.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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