Se descosen las costuras,
de las mentes que se enquistan
y rompen las coyunturas,
pensamientos que esclavizan.
Se unen con lazos de acero,
la nobleza y el coraje
o las vidas se deshacen,
si medra el odio sin freno.
Espacios que recorrer,
donde es posible la duda,
para vivir y crecer,
con criterio y armonía.
Sembrar para recoger,
regar con sabiduría,
la cosecha que se cuida.
Salir del yo que te asfixia.
Coser con hilos de amor,
las grietas que van quedando
y restañar la heridas,
para que la esencia viva,
intacta en el interior.
Enhebrar las ilusiones,
con la realidad que aviva,
lo bello de alrrededor.
Forjar recios eslabones,
con nobles gestos que cuiden
y descoser las mentiras,
que empobrecen corazones,
con el rencor y la envidia.
Flecos en el corazón,
que va dejando la vida,
mientras el amor palpita.
Secretos que se deshilan,
que va retratando el tiempo.
Guedejas de mentes lúcidas,
que flotan en el recuerdo.
Versos que en racimos vibran,
en el alma y el cerebro
y canciones que crepitan,
como brasas en los huesos.
Se descosen las costuras,
de las ropas de cartón.
Aparentes vestiduras,
repletas de florituras,
pero vacuas, sin valor.
Amor que viene y se va,
con un poso de amargura,
otro, que al tiempo perdura.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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