viernes, 17 de abril de 2020

LO SENCILLO ES LA RIQUEZA.

Trasciende la voz auténtica,
más allá de su verdad,
desnudas las almas quedan,
ante tanta realidad.
Pletóricos viven y aman,
quienes aman de verdad
y el sentimiento es más real,
cuando la verdad se queda,
grabada en la honestidad.

Perdón pide quien agrede,
más no resuelve el perdón,
las heridas que se infieren.
La maldad así transfiere,
su total impunidad.
Vive pensando quien hiere,
que su vileza se ajusta,
a la justicia que ejerce.

El poder mira a quien bebe,
de las ubres de sus carnes.
Somete a quien da la sangre,
en pos de la dignidad.
Medra el sumiso a su sombra,
dando por beber su vida.
Nadando en la mezquindad,
busca el poder su renombre,
mientras la miseria se hunde,
en la hambruna sin piedad.

Versos que cruzan fronteras,
trashumantes que se alejan,
dejando en su deambular,
reliquias de amor y penas.
Etéreos verbos que quedan,
plasmados en la verdad.
Soledad que se derrama,
plena de sinceridad.

Unos vienen y otros van,
como caprichosos vientos.
Unos se muestran sinceros,
otros visten de modelos,
luciendo la irrealidad.
Algunos caminan rectos,
mientras otros dando vueltas,
mutan en la oscuridad.

Grita el corazón herido,
aclama la voz airada.
La madre a su hijo llama,
cuando se encuentra perdido.
La Tierra convulsa brama,
por el dolor infringido.
Llora el infante que mama,
de su vientre desunido.

Caminos entre las rocas,
que va dejando el destino,
como poderosas bocas,
con el hambre del mendigo.
En el frondoso follaje,
el amor se abre camino.
Un gesto de libertad,
más fuerte que el mismo grito.

Verdad que en el fondo queda,
como un poso que se espesa.
Razones en las cabezas,
de versos de amores llenas.
Lo sencillo es la riqueza,
que vive sin darnos cuenta.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

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