El beso vuela, pero avanza detenido, a espera
de cobijarse en un abrazo profundo, complaciente, que logra conjugarse entre el
agudo de una esdrújula piel de acantilados.
Piel diferente, hermosa, reluciente, tan
sedosa como hermosa,
Pero te espero,
En este día donde envuelvo en flores tu
regreso, siempre te espero.
Me mezcló con la tierra y avanzó hacia ti como
la enredadera, surcando el tiempo y creciendo en versos, para incrustarme en tu
sal, en tu agua, en tu azúcar.
Llegando como un sepenteo, riego tus dedos y
envuelvo truncó el sonido de tu espíritu, surcando desde el agua de rocío que
genera el sentir tu beso inmenso.
Sólo sé que crezco,
Y me enredo en ti, desenterrando mi amor,
Porque como una enredadera surco el puente que
tiene tu nombre,
Y crezco más.
Llegó a tus fronteras, me plasmó en tu vida,
para caminar en tu piel sencilla, hermosa, lúdica, inmensamente bella y en
partes de luz, se hace eternamente mía.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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