Una luz irradió sus verdes ojos
esa tarde tan llena de arreboles;
destilando pasión, igual que soles
alumbraban con rayos infrarrojos.
Nos juramos, poniéndonos de hinojos,
a la par de preciosos girasoles;
que mi amor y su amor serían faroles
en los días nublados y de enojos.
Mas llegaron los vientos inclementes
que azotaron la bella fantasía,
y la fuerza brutal de sus corrientes.
marchitó la esperanza que nacía;
de vivir los momentos más fulgentes
entre versos que el alma cantaría.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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