A un amor que me despertó pasiones
a un amor que me arrullo en sus brazos
y me hizo su mujer en la alcoba de sus sueños
y me prendió en su pecho para hacerme suya
noches enteras de amor y llenas de pasión.
a un amor que le prometí amar toda mi vida.
a un amor que supo amarme más allá de la vida
y más allá de la muerte … con su bella poesía.
A un amor que me robó la calma y enloquecí de
amor
Me abrazó muchas noches y mordió mis labios en
cada beso.
Y nos hicimos uno en tardes de invierno y
noches de verano.
A un amor que me llevó a su lecho y con su
imaginación
desvistió mi cuerpo y me acostó a su lado y me
hizo suya
y despertamos juntos amándonos, todas las
noches de placer.
Me hizo ver el cielo en su mirada me dibujé en
sus ojos y me quedé
En cada entrega de amor y me reflejaba en
ellos, era yo su musa.
Éramos beso al pie de su ventana verde y nos
extasiábamos de amor
Éramos fuego y pasión ardiendo bajo la piel de
los dos.
El fuego no se consumía, éramos como una tea
humana salía
Fuego por los poros y los firmaba con sus
besos ardientes.
La piel se hacía una y no se confundía en los
brazos de uno del otro
la piel morena de los dos era una caliente,
encendida a fuego lento.
fuimos amores entre lunas llenas y soles de
diciembre cuando te conocí
nos dimos la vida en cada encuentro y me
regalo una noche estrellada
cual no he vuelto a ver desde entonces y ahora
veo al cielo y veo sus ojos
en una de ellas, y las nubes son sus besos y
los soles sus abrazos,
ahora me calientan el alma con sus versos y su
poesía llena de amor.
A un amor que llevo dentro y se hizo alma
dentro de mí, para amarlo
Todos los días, los meses y los años hasta
volver a sentirnos en la piel de los dos.
Ser viento y ser frío, aire y sustento de pan
para los dos.
Allí estoy en ti y tú en mí, los recuerdos son
pernee en los dos
Porque ese abrazo lo cambió todo, te diste a
mi aquella noche de diciembre
y me di a ti en tus ojos, ojos míos de mi
querer, veo tus ojos a diario en foto.
A ese amor que sigo amando y lo hice mío y me
hizo suya esa noche de invierno.
Te darás cuenta de que el olvido no existe,
somos destino venimos de otra vida
Encontrándose de nuevo, de antes para seguir
amándonos delante de Dios.
Siempre tuya, siempre mío. ¡Ojos míos de mi
querer!
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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