¡En este bello momento
qué más pediría yo,
quizá un susurro del viento
o estar juntos bajo el sol!
Cortesana del placer,
con las luces apagadas
me entregas todo tu ser
entre sábanas mojadas.
Me entregas tu amor fingido
con la luna protectora,
que cuida el beso perdido
quien hoy de ti se enamora.
En la casa un chavalín
ansioso a Ella le espera,
es tan solo un pequeñín
hijo de fugaz quimera
(en un tiempo no lejano,
tiempo de niña inocente)
con un hombre muy tirano,
que seductor y absorbente.
a Ella quiso así robarle
lo más puro que tenía,
y entre besos engañarle:
¡eres mía, solo mía!
La madrugada ya llega
cortesana del amor
sé que quieres estar ciega
y no ver tanto dolor.
Todo lo haces por dinero,
tu corazón a otro quiere,
yo soy solo el pasajero
que esta noche en ti se muere.
Sé que alquilas tus caricias.
Sé que vendes tus sudores.
Sé que todas son arbicias
que no entregas tus amores.
Puedo poseer tu boca.
Puedo mojarse en tu centro
y oírte jadear loca,
pero es parte del encuentro,
de ese trueque por la plata
donde vendes tus afectos
y tu cuerpo de escarlata
a hombres como yo imperfectos.
A esas damas de la noche
a ellas dirijo mis versos,
pues te escuchan sin reproche ...
¡y amo esos sus senos tersos!
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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