En el mar imponente de tu cuerpo
me veo navegar en cada noche,
zarpando tempestuoso entre tus besos
y ondeándote mis velas en derroche.
En el horizonte de tus ojos he divisado tus
anhelos,
Ya voy izando, bajo tu ombligo, la bandera de tu
puerto.
Quiéreme así todo tuyo, sáciame todo el deseo,
húndeme en ti cual espada, y te conquisto
tierra adentro.
Coloniza mis dominios, esclavizamé en tu
pecho,
azótame las ganas con el mástil de mi cuerpo.
Evangeliza mis locuras, encarcélame en tu
lecho,
haz que cada noche arda bajo el fuego de tus
dedos.
No me atiendas si te hablo, no me mires si te
veo,
sólo saciamé las ganas en interminable
desvelo.
De tu cabello hago las riendas cabalgando
sobre tu cuerpo
¡qué afortunado seré, si sobre tu corazón
despierto!
Me adentro en tus aguas con los remos de tus
brazos,
naufrago entre tus olas y descanso en tu
regazo
que esta noche ardiente, me entregaré a ti
desnudo
y me bañaré en la espuma de tu elixir caliente.
Deja que te arrope con tus olas en esta noche
de tormenta
y no me dejes nunca solo, mientras nuestros
cuerpos hiervan.
Déjame
aquí desnudo sobre tu cuerpo dormido,
déjame aquí disfrutando de tanto que te he
querido.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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