El Ángel que fue encarnado
Y su corazón renovado
Con los sentimientos más nobles
Para tu familia fuiste
el roble
Que le brindo
paz y cobijo
Fuiste
el símbolo de la excelencia
Porque tu bondad y tu paciencia
Eran parte de tus virtudes
Virtudes que eran divinas
Porque tu alma
pura y genuina
Fue dotada de una oración prodigiosa
La herramienta poderosa
Que lograba
lo imposible
Porque Dios fue tu escondedero
La roca poderosa y firme
Donde edificaste su altar.
¡Madre, mujer de belleza sin igual!
La joya de valor incalculable
Que lleno de lindos detalles
Toda mi existencia
Para mí siempre serás!
La musa de mi inspiración
La que con su cariño y con devoción
Me enseño la
proeza
De vivir con la certeza
Que Dios dirige mi camino
Como poderoso gigante
El que con su unción divina
Nutre mi mente y mi espíritu
Impregnando
mi alma
De tranquilidad y mucha calma
Al estar en su presencia
¡Hoy no
estas a mi lado!
Pero estas allá en el cielo
Al lado del padre eterno
Disfrutando de sus grandezas
¡Madre,
mujer virtuosa¡
El motivo de mi esperanza
El
deseo puro y latente
Que me invita estar de pie
Sin temerle al enemigo
Porque el que está conmigo
Es el santo de Israel
El nombre sobretodo nombre
El poderoso en batalla
El que le da a mi alma
Mil razones para alabarle
Por medio de mis poesías.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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