A Pan por modelar tu cuerpo hermoso
le canto enardecidas alabanzas,
traviesa ninfa que conmigo alcanzas
el éxtasis más húmedo y fogoso.
También al numen ciego y veleidoso
alabo por sus gratas enseñanzas
que te hicieron doctora y que con lanzas
y no con flechas nos hirió alevoso.
A ti por tus mil gracias más te alabo,
más bello que las Gracias monumento,
insólito y magnífico guayabo,
y alábome a mí mismo -y así acabo-
pues sólo yo he triunfado en el intento
de que engulleras sátiro hasta el rabo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario