martes, 12 de mayo de 2020

RUBOR.


Cómo mi alma ruboriza,
cuando serena me miras,
con esa mirada cobriza,
que mi sentido hace tiras.

Tu pectoral … Si suspiras,
enciende deseos sublimes
y sin saberlo tú me miras.
Sabiéndolo yo. Me redimes.

El temblor de tus labios rojos,
pronuncian silentes un beso,
seduciendo apetecidos antojos,
de magno deseo aun inconfeso.

Incitan tus regias formas,
de convexos prominentes,
sin sortilegios ni dogmas,
son apetencias candentes.

Toda eres extasío inminente,
excelso encuentro sin extravío,
comunión de alma, piel y mente.
Son primicia, ofrenda. Desvarío.

Y ruboriza mi alma y mi tez,
tus imperceptibles gemidos,
tú besándome y yo a la vez,
besando tu alma y sentidos.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario