Grabaste mis labios a fuego con tus besos
de esos que reemplazan los deseos
y los besos de otra boca ayer querida
Me sujetaste a tus labios, tus labios de agua
bendita,
y sin yo quererlo, a ellos me he hiciste adicto,
Devoto de esos besos que has tallado con
delicia y sin cordura
en las orillas de mi boca que besaste con
locura
hasta cortarme el aliento, casi quedando sin
vida
Ya no quiero despertarme ansío vivir dormida
con el perfume de tus besos en mi boca
enloquecida.
Atrevida esa … tu boca … tu boca de agua
bendita
que me ha colmado de besos hasta gastarme los
labios
y se ha hincado en mi cuerpo como si fuera un
sagrario.
Se me hacen largos los días esperando tu
regreso
para que colmes de besos el trayecto que te
lleva
de mis labios afiebrados al martirio de mi
sexo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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