Amor mío:
Esta carta te la envío en fino papel de seda,
y la voy a atar a la patita de una paloma mensajera. Quiero que llegue con
seguridad hasta tus manos, allá en la otra orilla donde tú me aguardas. No hay
día que no te abrace con mi espíritu, sin embargo no hay día que no te extrañe.
Eres cual un rocío en mis pétalos tristes, porque soy cual rosa bañada por el
aliento de tu alma. Eres mi razón de existir. Por ti tengo sueños, por ti voy
macerando en mi corazón dulces planes de reencuentro. En las noches el roce de
nuestras almas es mi tentador alimento. Me llenas toda y a pesar de la distancia
no puedo negar que te tengo. Dulcísimo mío, apuro ya el elixir de esta vida, de
estos breves años que me restan para ir a tu encuentro. Tú no puedes volver
hacia mí, pero yo sí puedo volar hacia ti. ¿Quién podría entender un amor que
trasciende hacia la eternidad? Nadie. Solamente los espirituales podrían
asimilar este amor tan grande. Espérame, que el tiempo se irá como las hojas que
se llevan las aguas sagradas del otoño. Y
más temprano que tarde nos veremos juntos retozando como niños en prados de
sabiduría y libertad.
Tu amor espiritual:
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario