De figura muy delgada y caminar orgulloso,
de pensamientos claros y casi filosóficos,
de mirada inquieta y a la vez soñadora
ella es una dama muy encantadora.
La quiero entre mis brazos desnuda,
con mi boca la suya dejar muda,
sentirla muy apegada a mí
y con mi cuerpo hacerla muy feliz.
Recorrer con mi lengua todas sus exquisiteces,
besar y lamer todas sus redondeces,
ser la causa de todos sus gemidos,
ser el dueño de todos sus latidos.
Hacerme esclavo de todo su placer,
encadenarme a ella con todo mi querer,
con mis manos modelar toda su pasión
y con las suyas que toque mi corazón.
Con mis piernas las suyas enredar,
con mis sentidos los de ella cautivar,
mientras su pelvis a la mía se acomoda
mi carne a la suya emociona.
Cuando comencé este escrito
tenía claro su destino,
hoy que el tiempo ha pasado
ya olvidé quien lo ha inspirado.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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