sábado, 20 de junio de 2020

COMO NADA EN LA NADA.


No abarates la vida,
que el valor avasalla,
la sintonía precisa,
de la noche y el alba.
No rebajes la esencia,
del aroma que emana,
del ser que se reaviva.

Cuando el asfalto quema,
la verdad se retrasa,
como un Sol que se oculta,
en la invisible nada.
Un alma que camina,
con la voz desgajada.
La presencia sin nombre,
del amor que acechaba.

Corazones de arena,
que las olas azotan,
separando los granos,
que conforman y besan.
Un latido se olvida,
del latido que pasa
y el matiz que condena,
porque no sabe nada.

No reduzcas el ansia,
de la sutil idea,
que en su febril estancia,
cabalgando se queda.
No maltrates los ojos,
de mirada serena,
no rompas la madeja,
de los hilos que abrazan.

Una premisa llora,
una lágrima rueda
y la faz misteriosa,
refulgiendo se alegra,
en la límpida piel,
de la esperanza nueva.
Una cigarra canta,
si la hormiga la deja.

Amor de terciopelo,
henchido de fragancias,
de espinas tachonado,
como una bella rosa.
Los pétalos del sueño,
alegrarán la almohada
y una imagen curiosa,
romperá la mañana.

Se ha quedado sin nombre,
como nada en la nada,
en la cara que esconde,
la sutileza vana,
del gris de la otra cara.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

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