Quién sabe si el viento sabe,
quién sabe si el árbol piensa,
quien conoce la verdad,
que en la oscuridad se encierra.
Quién sabe si la mar sabe,
quien en sus aguas navega.
La sabiduría se esconde,
en las más lóbregas cuevas.
Sabe el sabio en su ignorancia,
que hay más misterio que ciencia
y en su no saber se encuentra,
la verdadera sapiencia.
La piel al amor recuerda
y en su memoria se queda,
la caricia del ayer,
grabada a fuego en la piedra.
Saber que el saber embebe,
de la vida sus esencias
y construye el intelecto,
para generar ideas.
La planta sabe que el Sol,
da a su cuerpo su apariencia
y nutre gratuitamente,
la savia que la sustenta.
Sabe la vida que el tiempo,
marca su endeble existencia,
sabe que solo el amor,
vence al tiempo con su fuerza
y así sabiendo que sabe,
que su vida es su conciencia,
vive tambaleante entre dudas,
sin apenas darse cuenta.
Quién sabe si el verso es fruto,
del subconsciente que piensa
o vive en el interior,
como la sangre y las venas.
Si sabe que su voz queda,
a grito puede cambiar,
en aclamada protesta,
también tornar en dolor.
Saber sin saber sabiendo,
que se quedan sin saber,
quienes mirando sin ver,
observan solo lo necio.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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