Ven, mi amor, no tenemos tiempo que perder,
el reloj de nuestras vidas no deja de avanzar;
solo tenemos tiempo suficiente para probar
la esencia de Eros: el Elixir del Cielo.
Amor, nuestro otoño no es menos sublime
que el amor de nuestra primavera.
Mira el reloj de arena invertido; es hora
de escapar de esos granos que caen
rápidamente.
El amor está llamando desde la distancia.
Ahora despójate de tus gloriosos velos para
que
no piense que ofrecemos resistencia.
Aprovechemos toda la alegría que conlleva su
voz.
Los últimos brotes del otoño pronto partirán,
mientras las brisas heladas muerden la vid;
no dejes que nada detenga nuestros corazones
ansiosos:
¡Ven amor! ¡Ven canción! ¡Ven vino divino!
El tiempo pasa fugazmente señalando con el
dedo
que el
sol se está poniendo, no podemos esperar.
Ya no podemos descansar,
ven, mi amor, abraza nuestro destino.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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