Abrazos en el aire,
como alas de palomas,
buscando etéreos cuerpos,
que se quedan a solas.
La atmósfera se espesa,
ante el falso desaire,
las mentes abrumadas,
confundidas, dudosas.
Se han quedado en silencio,
como mudas gaviotas.
Libertad quiere el ave,
sin jaulas ni mazmorras,
entre las nubes libre,
volátil mariposa,
que libremente liba,
que en el pétalo posa.
Una caricia fluye,
pero se aleja sola.
La voz se agrieta y muta,
se queda entre dos notas.
La verdad se engrandece,
cuando se ensalza el aura,
en la mente distante,
en la cercana gente,
que ayer fue acariciada.
Una densa corriente,
entre las manos pauta,
temerosa y prudente.
Los ojos escudriñan,
lo que la boca siente.
Corazón de latidos,
de latidos errantes,
al vaivén y al socaire,
del febril sentimiento.
Gota a gota se caen,
como frágiles hojas,
llevadas por el viento,
gotas de los amantes,
que queriendo, no saben,
cuando será su tiempo.
Se queda la ternura,
replegada hacia adentro,
herida por ser rea,
del virulento tiempo.
La voz detrás se queda,
del sutil parapeto.
Presos los corazones,
laten sin ritmo y verso,
esperando el regreso.
¿Volverán a ser verbo,
los abrazos y besos?
P.D. No soy lo que escribo ... soy lo que tú sientes al leerme.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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