Temblores en las manos,
agitados los pétalos,
de las rosas tempranas.
De emoción ya rebosan,
de su lugar las aguas
y la ilusión se mofa,
de la pérfida sombra.
Aleteando los párpados,
las miradas se posan.
Caricias de consuelo,
que como enredaderas,
a la emoción se enroscan.
Telúricas pasiones,
que a flor de piel engordan,
ensanchando los huecos,
donde vive la sombra.
Ebrio está de emociones,
el corazón latiendo.
Amanecer de ideas,
que nítidas reposan,
entre pliegues de sábanas,
de perfumes preñadas.
Dormida la conciencia,
febril se despereza,
en la cálida alcoba.
Un suspiro se envuelve,
en la boca aquietada.
Transitaba sin rumbo,
dentro del laberinto,
de la agitada urbe.
Cóctel de sensaciones,
que a un ritmo infiel,
a borbotones surgen,
del sutil inframundo,
donde todo se funde.
Un plantel de emociones,
que al renacer sucumben.
De otoño amor perlado,
bañado de promesas,
ocres son los matices,
que van tornando a bronce,
la voz tímida asoma,
entre notas febriles
que al sonar se apasionan.
Lo que antes era calma,
en pasión se traduce.
Hermosas criaturas,
danzan como posesas,
entre ninfas y hadas,
de singular belleza,
la luz azucarada,
se quedó entre las sombras,
esperando un mañana,
de mágicas venturas,
de amor a cucharadas.
El dolor se esfumó,
entre versos y aromas,
fundido con la niebla,
que se disipa y borra,
brilla la luz prístina,
de una música antigua,
que reverdece el alma.
En los sueños se oyen,
las voces de las víctimas.
Temblores en los labios,
que entre alientos se abren,
como pétalos rojos,
que florecen sin prisa.
Suaves goces de sabios,
que acariciando vibran.
De su valor y arrojo,
la misma vida encuentra,
entre gozos y agravios.
Amor de primavera,
que florido se acuesta,
en la vistosa alfombra,
de una vida perfecta.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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